10 enero, 2008

La paja y la viga


Qué fácil es leer algo y pensar, este se queja de vicio, pues vaya un flojo, no es para tanto. No sólo pensarlo, además decirlo. Todos nos quejamos y escuchamos cómo lo hace el resto. De hecho, muchas veces se inicia una conversación cuando uno de los interlocutores tiene un problema y quiere contarlo, o quiere consejo, o sabe que el otro tiene un problema y le pregunta. Eso si antes no nos ponemos a hablar de los problemas de otros.
Así que si tengo que quejarme, me quejaré. El que no quiera oirme que no lea este blog. Sonará borde pero es la verdad. Una de las funciones de este blog es el de terapia, tanto para el que escribe como para los que leen. Y parte de esa terapia es la queja.

Durante estas últimas semanas he podido observar que si estás malo y te quejas, eres un pupas. Si te dan la baja, joder qué suerte tienes. Si tienes vacaciones, qué bien vivís los profesores. El caso es que, hagas lo que hagas, siempre va a haber alguien que te ponga un adjetivo por hacerlo, alguien que te envidie o alguien que te diga algo y no precisamente para bien.
Así que me quejaré y el que tenga que decir algo, que lo haga. No va a ser nada nuevo, los hay que sólo ven la paja.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ABUELITO... Q TE PASA?? NO HAGAS CASO... SI KIERES LLORAR, LLORA (LLORAREMOS JUNTOS)... SI KIERES REIR, RIE (REIREMOS JUNTOS)¿NO? ANIMO GUAPO...

el marido de Alabama dijo...

ánimo laboral, melón

Máximo dijo...

Gracias heidi, mejor reiremos.
Gracias clarence, relativizaremos.