27 septiembre, 2007

Buscando música

Hace unos días, estaba buscando una canción que había escuchado pero no encontraba por ningún sitio. El caso es que encontré una página en la que aparecían todas las canciones de anuncios, promociones o auto-promociones de las cadenas de televisión. Y, a partir de ahí, inicié una descarga masiva en e-mule. He escuchado parte lo que he bajado (aún queda bastante por bajar) y bueno, hay de todo. Desde Louis Prima hasta música de gitanos griegos pasando por Barricada o Good Charlote.

Cada cierto tiempo busco en páginas como la de Radio 3 o en emisoras americanas, música que renueve un poco lo que habitualmente escucho. Se agradece en momentos como los viajes en coche o ciertas tardes en casa.

Quizá todo esto tenga que ver con la necesidad continua que me lleva a cambiar. De música, de casa, de costumbres... Ha llegado un momento en que el cambio es lo que me hace seguir adelante. Y no es sólo el hecho de buscar nuevos retos, sino simplemente cambiar. ¿Incostancia? ¿inseguridad? Sea lo que sea, es así y punto. Ya llegará el día en que "siente cabeza".

Post data: El salón ya lo he cambiado tres veces. La habitación sólo una; pero es que es imposible hacer más por motivos evidentes.

17 septiembre, 2007

Cuando el cuerpo (no) responde

Hay momentos en los que sientes que tu cuerpo se paraliza. Tu mente vive en un mundo aparte, piensas muchas cosas pero físicamente algo te paraliza. No hablo de cansancio, es una sensación distinta. Quizá el propio cuerpo va por delante de la mente y adivina las consecuencias de aquello que al final no hace. Como nunca sabremos qué pasaría puede que lo mejor sea no pensarlo y, si lo hacemos, mejor creer que, inconscientemente, hemos tomado la mejor decisión.

Sin embargo, cuando la mente piensa y el cuerpo acompaña (algo que, por otro lado, parece lo más lógico), tenemos la sensación de estar haciendo lo correcto. Nada más lejos de la realidad, es simplemente inercia. Es pensar y hacer, sólamente eso.

Tal vez lo mejor sería buscar un punto intermedio, forzar un poco cuando mente y cuerpo están separados, y pensar un poco cuando la inercia nos conduce a actuar. Pero no estoy seguro.

10 septiembre, 2007

Con un par

Pues sí, de cojones. Eso es lo que voy a necesitar este curso para afrontar lo que se me viene encima. "Gracias" al director voy a tener el curso más jodido de un colegio difícil. "En agradecimiento" a las continuas protestas y a luchar por lo que yo creo justo, no para mi sino para los enanos, me han dado a dedo el caramelito del colegio. Eso sí, no me voy a callar, mis padres me han educado para luchar por lo que quiero y no callarme ante nadie que trate de imponer sus ideas sin más motivo que la imposición por decreto. Y, a pesar de las consecuencias, no me arrepiento de lo hecho y dicho el curso pasado.

La gente que conoce la situación trata de animarme, de darme consejos, de ayudar. Se agradece, gracias a todos, pero sé que al final el marrón me lo como yo. Ante situaciones así puedes utilizar múltiples estrategias para salir adelante, intentar desconectar para no quemarte, lo que sea para no enloquecer. Sin embargo, y aunque suene vulgar, al final lo único que funciona es ECHARLE UN PAR DE COJONES.


Resumiendo: contando con la ayuda de la gente de aquí, sabiendo que hay otros muchos que aunque no estén a mi lado están conmigo siempre, alguna que otra cañita reparadora y hasta Kenia, saldré adelante. Y mi par.

05 septiembre, 2007

Salvando las distancias


Cuando tienes lejos a los que quieres lo único que te une a diario a ellos es el móvil, si acaso el ordenador. Lo de verse se limita a fines de semana o vacaciones puntuales. Muchos pensaréis, y éste de qué coño se queja si tiene más vacaciones que el resto. Cierto, y de eso no me quejaré nunca. Pero en ciertos casos, eso no basta. Quizá hoy, recién llegado a Madrid piense más en eso y dentro de unos días ya me haya hecho a la idea pero ahora mismo no puedo evitar pensar en ello. No es tristeza, es simplemente una apreciación.


El problema es que llega un momento en que me empiezo a cansar de hacer kilómetro tras kilómetro con el coche, aunque me gusta conducir (como decía el anuncio). Y más cuando un viaje de tres horas se puede convertir en uno de cinco. Y llegar y que haya aparcamiento. Y la pobre Kenia metida en un cubículo minúsculo toda agobiada. Y cuarenta euros más para gasolina. Y llamar cabrón en cada viaje a unos cuántos porque piensan que la autovía es suya.


Como no me queda otra pues iré a mirar el calendario, fines de semana, puentes, vacaciones e ir viendo cuando vuelve a arrancar lucifer. Pobre Kenia.