23 julio, 2010

Si quieres, pide

Si quisiera podría pedir lo que le diese la gana. Sabía que cualquier capricho, por extraño, que fuese, sería concedido. No había problema porque para eso, hacía tiempo que se había asegurado un estatus imposible de alcanzar para la mayoría.

Sabía tener todas sus necesidades cubiertas. La materiales, las personales, las profesionales. Y de vez en cuando pedía. Y tenía. Era fácil, satisfactorio. Podía estar contento consigo mismo y hacer felices a los que tenía a su alrededor.

Esa tarde se sentó en la terraza. Veía el pueblo de fondo. El mar. Anochecía. Se fijó en la Luna y en las estrellas que empezaban a asomar. Todo estaba como tenía que estar. Leyó un rato mientras disfrutaba de un buen ron.

Cuando anocheció completamente, volvió a levantar la mirada hacia el cielo. Vió una Luna luminosa, enorme. La pidió e inmediatamente fue suya. Los demás la observaban, pero él sabía que era suya. No volvió a desear nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por pedir que no quede... la imaginación es libre.

Lumat