01 junio, 2010

Sin doctrinas


Desde que soy maestro siempre me han aburrido los libros de texto. Me ayudan, me orientan y está todo organizado y secuenciado. Pero ya. No le veo mayor utilidad y entiendo las caras de los niños cuando ven determinadas páginas. Por eso me niego a seguirlos al pie de la letra. Si algún contenido no lo veo útil, necesario o educativo, no lo doy. Me parece mucho más enriquecedor profundizar en otros aspectos.

Me gusta hacerles pensar, pero no hacerlo sin más, que razonen, que expliquen, que se den cuenta de los errores de ciertas afirmaciones y que incluso me hagan ver a mí en qué estoy equivocado. Esa inocencia y descaro que tienen cuando aún son niños son de las que me nutro para poder hacer diferentes mis clases. Es cierto que hay aspectos que hay que enseñar aunque sean aburridos (para ellos y para mí) pero en todo lo posible intento salir de la rutina que intenta imponerme el libro.

Siempre he escuchado que muchas de las cosas que se aprenden en el colegio luego apenas se utilizan. Y como creo que es cierto, cada vez que doy una clase tengo esa idea muy presente. Para los profanos en términos educativos, existe algo llamado competencias. Suponen que trabajando esas competencias preparamos a los niños a aplicar con utilidad los conocimientos que les enseñamos. Pero me da que eso no les da ni el 20% de lo que van a necesitar.

Gracias a mucha gente con la que he tenido la suerte de trabajar, he confirmado que todo lo que no viene en los libros nos lo tenemos que sacar nosotros de la manga. Y en eso estoy, en intentarlo al menos. Han tenido que pasar algunos años para encontrar gente que tuviese una visión parecida a la mía y creerme que no eran paranoias mías.

Y me gustaría que Sara, Elena, Belén, David o Julio, que quedaron,la mayoría en Madrid, en un colegio difícil, supiesen que parte de lo que soy como maestro se lo debo a ellos.

Ojalá que el hecho de haber aprobado unas oposiciones valiese para algo más que para acomodarse y nos sirviese para asumir la responsabilidad que tenemos todos los días. Creo que es muy fácil, pero si te gusta y vives lo que haces.

4 comentarios:

0,38 dijo...

Palabras sabias. Mente dispuesta a ayudar, motivación, ganas de seguir aprendiendo y ganas de enseñar es la receta mágica de la educación. Parabens meu amigo, força!!!

Máximo dijo...

bueno, como dice el comienzo del blog, lo importante es no dejar de hacerse pregunta y además....los pequeños detalles cuentan.

0,38 dijo...

"Los pequeños detalles cuentan..." qué razón tuvo el que lo dijo...

Máximo dijo...

habrá que darle un oscar al genio que la pronunció, o invitarle a unas cañas al menos.