11 febrero, 2010

Conducir, o algo parecido.

Todo en el mismo viaje, en treinta kilómetros, en veinticinco minutos, todo gratis.

Tras unos minutos conduciendo, escuchando a Francino y mirando de reojo como van disminuyendo los números que marcan la temperatura exterior, veo algo a lo lejos. Son dos pájaros negros, enormes, en la carretera. Están a unos ciento cincuenta metros. Levantan el vuelo muy a su pesar, odiándome supongo. Paso justo al lado de lo que parece parte de algún animal muerto. El desayuno.

El termómetro sigue bajando y tras atravesar un pueblo casi fantasma, que parece haberse quedado varios años atrás, comienza la dehesa. La carretera la divide y no son uno, ni dos, ni tres, sino muchísimos los terneros que se pueden ver mamando.

Gracias a la cantidad de agua acumulada en grandes charcas, se ven cigüeñas. No parece gran cosa dicho así, pero cuando las cigüeñas están a menos de cincuenta metros de tí y en una misma charca hay más de veinte, la verdad es que el espectáculo merece la pena.

Todo esto a mitad de camino y aún quedan por ver peces saltando cuando vas sobre un puente que atraviesa un pantano y un ave rapaz (no me preguntéis cual) que pasa tan rápido y tan cerca de la luna del coche, que sólo te queda tragar saliva y seguir su vuelo con la mirada.

Hay gente que viaja para poder ver todo esto, que paga por ello. Hoy parecían haberse puesto de acuerdo todos. No me ha hecho falta poner la dos para ver el documental de turno. Ha sido suficiente con ir a trabajar.

Todo en el mismo viaje, en treinta kilómetros, en veinticinco minutos, todo gratis.

8 comentarios:

nefer dijo...

Increíble, verdad? El paso del tiempo te hace saborear cada día más lo que siempre ha estado tan cerca.

Máximo dijo...

El tema es que nunca había tenido un entorno, camino del trabajo, como este. Así que, a disfrutar de lunes a viernes. Y el fin de semana al Valle del Jerte. Mejor imposible.

Anónimo dijo...

Que bonito..creo que tiene que ver con sensaciones y eso sólo lo podemos hacer nosotros mismos, aquí en Madrid aunque no sea comparable a lo tuyo, algunas mañanas me siento tan genial y tan bien en el camino al trabajo.C.

Máximo dijo...

Bueno C. cuando estaba en Madrid la gran mayoría de las mañanas tenía buenas sensaciones pero el entorno de acelerones, escaleras mecánicas, metro y gritos, no acompañaba demasiado.

Por decirlo de algún modo, el buen rollo era interior más que exterior. Aquí se conjugan ambos.

Anónimo dijo...

Guai que tengas un viaje tan placentero. Te iba a decir que te envidio, pero no, mi trayecto tiene tambien mucho de especial.
Y si en febrero ves todo eso, en primavera... a lo mejor algun dia te olvidas que ibas a currar.
Lumat.

Máximo dijo...

Lo bueno del viaje, aparte del trayecto, es el destino. Como me gusta el sitio al que voy, me da para disfrutar del camino y del destino.

Sara dijo...

qu eenvidia me das...de mayor quiero ser como tú, Maxi!!!

Máximo dijo...

No Sara, de mayor lo que quieres es vivir en un sitio como este... ¡¡¡el que quiere ser como tú de mayor soy yo!!!