07 enero, 2010

Sólo quiero agua

Víctor dejaba correr el agua porque le gustaba el sonido que hacía. Podía pasarse toda la tarde viéndola correr y escuchando como caía. El psicólogo les había dicho que no era nada grave, quizá se le pasaría con el tiempo. En absoluto. Los días pasaban y el agua no dejaba de correr. Si cerraban el grifo, lloraba, en silencio, pero lloraba. Quizá fuese su propio cerebro el que activaba su tristeza para que el agua no dejase de caer. El grifo sólo podía cerrarse cuando estaba profundamente dormido. Todos en casa llegaron a acostumbrase a tener siempre algún grifo abierto.

Esa semana les visitaron unos amigos con un niño de cinco años que observaba todo con una sonrisa tranquila. Mientras hablaban, los niños jugaban y el agua sonaba, se oyeron unas palabras, con aquella sonrisa tranquila. "¿Por qué no vivís cerca del mar?". Silencio, sólo el agua. Víctor se levantó, cerró el grifo y volvió. "Mamá, vámonos cerca del mar".

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Apoteósico, sin palabras

Máximo dijo...

Gracias.

Anónimo dijo...

La espera mereció la pena. También sin palabras.
Lumat

Máximo dijo...

Bueno, supongo que las lluvias y nieves de estos días han servido de inspiración.

Anónimo dijo...

Si la lluvia y el agua son las que han servido de inspiración voy a ver si hay algún post en el verano sobre dragones echando fuego, o niños quemando las cortinas.

Teoría de la relatividad: no es tan malo dejar un grifo abierto. Es peor que quemen las cortinas.

Mano

Máximo dijo...

Al menos si dejas el grifo abierto, tienes tiempo ganado para apagar el fuego de las cortinas.

cereza dijo...

A mí me gusta el sonido de la lluvia, especialmente cuando duermes o vas a dormir. Me transmite tranquilidad.

Máximo dijo...

Quizá, saber que llueve fuera cuando vamos a dormir nos transmite tranquilidad porque nos reconforta, nos da seguridad saber que estamos recogidos y no a la intemperie.