Esta semana han condenado a un bombero por apagar un incendio en su tiempo libre. ¿¡¡¡Mande!!!?
Pues sí, saca a una mujer y a un anciano, en silla de ruedas, de la casa. Después con una manguera de regar trata de apagar el incendio, momento en el que un guardia civil le tira de la manguera y le dice que salga de allí. Se niega. Al terminar de apagar el incendio, sale de la casa, se identifica ante el agente y le pide disculpas por si le había levantado la voz.
Ni corto ni perezoso, el picoleto le denuncia por desacato. Hasta aquí dices, vale, le ha dado un calentón y denuncia que te crió. Pero es que en el juicio le condenan a pagar 180 euros y 500 euros más para pagar las costas del juicio.
Salva dos vidas, consigue que la casa no se queme y como premio, le denuncian, 680 euros y la cara de tonto que se le debe haber quedado.
Me alegro de que el guardia civil pueda dormir ya tranquilo y de que el juez en cuestión pueda contarles algún día a sus hijos y a sus nietos su salomónica decisión.