Si mi teclado fuese un avión y mis dedos el piloto, habría despegado cien veces y una más. Dos años volando. Planeando en ocasiones, volando sin más otras, bombardeando sin piedad alguna de ellas, pero siempre buscando una pista de aterrizaje.
En ocasiones el motor del avión me pide a voces que lo arranque, quiere despegar y quemar queroseno durante horas; otras soy yo el que lo arranco aunque en el vuelo sea él quien me lleve a su antojo. Y durante esos vuelos he encontrado otros pilotos como El marido de Alabama o El cuervo viejo, que son tan kamikazes como yo y saberlos ahí me ayuda a pensar que no estoy como una puta cabra. También hay espectadores que me ven volar y al aterrizar me dicen: "ey, vi como volabas". Y se agradece. A todos pero a Lumatt más que a nadie.
Desconozco el rumbo cuando despego, sólo me importa volar. No sé cuándo, ni porqué volveré a hacerlo pero aún no he tenido la sensación de saberme pilotando el último vuelo. Quizá escribir sea lo menos parecido a volar pero me gusta pensar que cuando cierro un post he estado un rato dando vueltas por el aire. En fin, cada uno tiene sus locuras personales. Y que duren.
Hace bastante tiempo El cuervo viejo decía en su blog que se sentía marinero al hablar de su vida, y me identificaba con esa sensación. Yo me siento piloto al escribir. Poder navegar y volar sin tener velero ni avión está más que bien, pero el día que descubra como me puedo sentir montado en un burro sin estar sobre él, va a ser la leche, me voy a estar riendo yo solo durante horas.
8 comentarios:
yo cuando escribo me siento como un cocinero, conozco los ingredientes y la receta, pero según se van cociendo los condumios, quito y pongo, paso y volteo. A veces también escupo en los platos, o no me lavo las manos, pero tengo carnet de manipulador de alimentos
¿Ese carnet que te dieron en la tómbola aquel día (uno de tantos) que ibas con un pedal que no podías ni hacer una suma con llevadas?
Ni Arzak, ni Arguiñano, ni hostias; monta tú un programa de eso de cocinillas TV. El zorongollo en tu plato.
Yo creo que cuando escribo lo que hago es ahuyentar mis demonios... o por lo menos mantenerlos a raya: "eh, aquí estoy yo y no me vais a joder". Por eso creo que no se escribir cuando no estoy hecho mierda por algo: la línea del optimismo es mi frontera (aduana con castillo y valla eléctrica diría yo)como escritor. Y no es pequeña frontera...
Pero me lo paso bien revolcándome en mis miserias... y, además, me resulta terapéutico.
¿pedal? ¿sumas con llevadas? ¿te ha abducido hugo chavez?
cocino miserias humanas como el cuervo y como todos los tontos, no conozco ningún blogero feliz. espero que sigas escribiendo y poniendo alucinógeno en el teclado, besos
cómo está el patio
Los blogs se van a acabar convirtiendo en sustitutos de psicólogos y psiquiatras. Son baratos, fomentan la creatividad, amistades...
Así que venga, a escribir todo dios como los locos inestables que somos.
Como te prometí, me he leído algunas de las entradas de tu blog y la verdad es que enganchan...
Ya hablamos... aunque haya llegado el otoño y el verano se haya marchado... (perecedero, je,je!!!)
Pues si esto empieza a enganchar, seguiré escribiendo hasta crear varios yonquis y cuando ya no puedan dejarlo, empezar a cobrar.
Del colegio al narcotráfico sólo hay un blog de por medio.
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