
Que en ocasiones hay rectas pero que nunca son todo lo largas que quisiéramos. Que otras veces sólo tú ves la recta y la gente que te rodea ve muchas curvas cuando mira lo que tú afirmas que es una recta. Que también sucede que te acojonas al ver tanta curva y luego resulta que son fáciles y parecen rectas. Todo esto sin tener en cuenta el firme de la carretera.
Y de ahí a los coches, que son las parejas, sean ellos o ellas. Que a todo el mundo le gusta un coche nuevo, que los de segunda mano dan problemas, que el coche no se deja a nadie, y que si te lo dejan te sientes raro conduciéndolo...
En fin, que fue una conversación que cerró la noche y consiguió que adoptásemos esa postura que consiste en doblarse sobre uno mismo para poder soportar la contracción abdominal: descojonarse.
Fue un tramo sin apenas tráfico, con buen firme, a buena velocidad y con buena compañía para el viaje.
2 comentarios:
Buena reflexión. Lo malo de la carretera es que nunca sabes qué es lo que te vas a encontrar, que las curvas a veces son muy cerradas y que no las tomas todo lo bien que debieras. También hay que tener en cuenta que hay que parar a repostar de vez en cuando y que los pasajeros bajan y suben del coche. Cuanto antes se dé uno cuenta mejor hará el viaje.
Ahora que lo pienso, esa noche no analizamos el concepto de autoestopista. ¿Quienes son? ¿Los y las amantes? ¿Los tonteos? ¿No son nada?
Demasiados elementos en la carretera, puede que la vida sea incluso más sencilla.
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